21 de abril de 2013

Colegiación: Un compromiso del colectivo profesional


En las últimas décadas, la degradación de la profesión de trabajo social produjo que los colegios profesionales pierdan credibilidad y fuerza. En la actualidad la creación de un proyecto ético-político sólo puede realizarse desde la fuerza colectiva del colegio. Unirse es un compromiso del colectivo profesional.

En nuestro país está prohibido ejercer nuestra profesión sin estar matriculado por el colegio de trabajo social. Al hacerlo sin ella se está ejerciendo ilegalmente. Ahora bien, se escuchan quejas, tanto de profesionales como de estudiantes, que se preguntan si la condición de colegiación es un beneficio a nuestra profesión o simplemente una traba burocrática.
Este pensamiento se debe a que el trabajo social sufrió muchos golpes con la llegada del neoliberalismo, como la flexibilización laboral, exclusión universitaria, dictado de la carrera en institutos técnicos no universitarios, etc. Una estrategia del estado neoliberal fue, como afirma Pilar Fuentes, la naturalización de la cuestión social, lo que alentó la “pasividad” del trabajador social.
Esto tuvo un efecto directo sobre los colegios de trabajo social, quitándole fuerza colectiva y credibilidad. Pero hoy en día, es nuestra responsabilidad fomentar la participación en los colegios, ya que los beneficios que nos puede promover son muchos, y sobre todo en el contexto actual en el que vivimos.
Antes de hablar de beneficios tenemos que tener en cuenta que, si tenemos compañeros que ejercen sin estar matriculados, de ninguna forma vamos a poder lograr que a nuestra profesión se la tome como tal. Al no estar colegiado sólo se desprestigia la profesión. No imaginamos a un abogado o un medico sin estar matriculado, pues así se debe pensar el trabajo social también.
En un tiempo donde varios pensadores y expertos de nuestra profesión buscan la formación de un proyecto  ético-político, no podemos dejar pasar por alto esta responsabilidad. Ya no se trata de cómo nos ven los demás, sino de cómo nos organizamos y vemos nosotros mismos.
El proyecto ético-político al que aspiramos, no puede ser construido por trabajadores sociales aislados, o por la genialidad de un pensador. Definitivamente, este proyecto tiene que nacer y desarrollarse en la fuerza colectiva, y es solo a través del colegio que el colectivo profesional se legitima, se une, puede ser escuchado y puede proponer ideas impulsadas por la necesidad de dicho proyecto.
En este sentido, estamos de acuerdo con Nora Aquín, que afirma que el colectivo profesional no ha comprometido suficientemente su participación en la consolidación de un espacio académico y político propio. Ahora bien, la pregunta es ¿cómo hacer para que el colectivo profesional se comprometa? Creemos que la respuesta es una sola, uniéndonos al colegio de trabajo social,  desde allí pensar colectivamente las salidas posibles hacia una profesión realmente emancipadora, desligándonos totalmente del positivismo y las secuelas neoliberales.
Ya no sirve quejarse porque el colegio de trabajo social no actúa, nosotros somos los agentes de cambio, que debemos actuar sobre el colegio, reivindicándolo, para que ningún trabajador social al momento de recibirse tenga dudas sobre dónde debe ir, para que sea el lugar de encuentro de ideas, de debate por una profesión mejor. La lucha para que la profesión deje de ser subalterna comienza en la fuerza colectiva y legitimada que debe surgir del colegio de profesionales de trabajo social.

Benavente, Federico Agustín.
Martín, Juan Cruz.
Ortiz, Martín Gastón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario